El funcionamiento de los limpiaparabrisas condiciona su visibilidad y su seguridad en carretera: es esencial comprobar regularmente su correcto funcionamiento.
La supervisión de este elemento forma parte del servicio prestado por Glassdrive. En cuanto nos confía su vehículo para una sustitución de lunas o una reparación de impacto, nuestros equipos comprueban sistemáticamente el estado del vehículo y de los limpiaparabrisas. Tras la inspección, le aconsejamos sustituirlos sólo si es necesario.
Conducir con un limpiaparabrisas en mal estado ¿cuáles son los riesgos?
En la parte delantera, el limpiaparabrisas está formado por uno o dos brazos mecánicos accionados por un motor terminando en unas escobillas provistas de un rascador de goma: esta pieza desmontable es la que, mediante una sucesión más o menos rápida de barridos intermitentes sobre el cristal, evacua el exceso de agua del parabrisas cuando hace mal tiempo y/o lo limpia de suciedad tras las salpicaduras.
Su mal funcionamiento reduce la visibilidad del conductor: conducir en estas condiciones puede exponerle a errores de apreciación que podrían comprometer la seguridad de sus pasajeros y de los demás usuarios de la carretera.
Con mal tiempo, un fallo del limpiaparabrisas detectado durante un control policial se sanciona con una multa de tercera clase, o incluso con la inmovilización inmediata del vehículo si la situación meteorológica es demasiado peligrosa para plantearse volver a ponerlo en circulación.
Otro punto a tener en cuenta, que no debe pasarse por alto, es que el desgaste de las escobillas puede dañar la superficie de sus lunas provocando arañazos. Durante el proceso de limpieza, la goma de la escobilla, si está rasgada o cargada de impurezas, puede provocar roces en el cristal.
Limpiaparabrisas a cambiar: las señales que no engañan
Los limpiaparabrisas tienen una vida útil muy limitada. Las piezas de goma, que se ven sometidas a un gran reto en invierno, también son sensibles a las altas temperaturas y a las partículas contaminantes que se depositan en el parabrisas y la luneta trasera. La frecuencia de uso de los limpiaparabrisas también es un parámetro que acelera su desgaste en zonas geográficas donde las condiciones climáticas son más extremas.
Muchos profesionales del automóvil estiman que después de 500.000 ciclos de limpieza, el equivalente a aproximadamente un año, el equipo ha superado su utilidad y debe ser sustituido.
El conductor, por su parte, debe estar atento a ciertas señales de advertencia:

La formación de líneas en el parabrisas después de barrerlo suele ser señal de que las gomas están agrietadas.

La aparición de zonas sin limpiar, a pesar del movimiento de limpieza, indica que la escobilla no ejerce una presión uniforme sobre el cristal, tal vez debido a un brazo mecánico deformado por un golpe.

La presencia de una tonalidad grisácea en la superficie del limpiaparabrisas, posiblemente indicativa de endurecimiento o rotura del limpiaparabrisas.

Los chirridos o vibraciones son síntomas de demasiada presión sobre la escobilla.